septiembre 02, 2007

:: selfish ::

El sol radiante sobre el tejado raso de la casa hubiera hecho a cualquiera estar de buenas, pensar más positivamente, pero en él no era el caso. El día era propicio para salir de paseo, pero él quería quedarse, permanecer, descanzar aunque no lo necesitara físicamente; necesitaba despejar su mente de aquellos pensamientos que lo atormentaban. Pero el día no era propicio para eso, le desagradaba el cínico sol brillando sobre la superficie de la tierra. Cínico porque hacía parecer que todo estaba bien, todo en orden, que un poco de sol, de atmósfera despejada, de ausencia de nubes, que la falta de smog harían que todo fuera bien. Craso error.
Ese día había amanecido con un sentimiento bastante desagradable presente en su mente, corazón y alma (en el hipotético caso que estos últimos existen). Una inquietud que había preferido seguir ignorando. Craso error.
El sentimiento era difícil de explicar, pero no imposible, él creía que con algunas intertextualidades sería capaz de definirlo, pero en palabras simples, era la culpa que sentía por tener actitudes egoístas innatas, de pensar antes de actuar, de pensar en sí mismo antes de actuar. En el mejor de los casos, en algunas ocasiones el altruismo premeditado había vencido a su instinto, pero esto no era suficiente, para nada suficiente.
¿Será necesario nacer de nuevo?, ¿Fue ésto, entonces, un error en el crossing over?, ¿Un cambio hormonal?, ¿Una repercusión social en él?.
Fuera lo que fuese, sentía que era irremediable, innato e intrascindible. y necesitaba la oportunidad de demostrar que era así; y más, en una idea de su inconsciente, el tratar de cambiar, pero si vivía en una realidad naturalista en la que eres lo que heredas, o lo que te dicen que seas, terminas creyéndotelo. Él no quería terminar de creerlo, quería inventar su realidad, su mundo perfecto, imposible, utópico en el que el día giraría en torno a todos, no a algunos; y aunque sonara demasiado García-Marquéz (léase como adverbio) , en el que hubiera una atmósfera para cada uno que fuera al ritmo de su "corazón".
La única posibilidad estaba en sus manos, en el misterio de la post-vida; pero antes de tomar la decisión final, pensó en las consecuencias, en lo egoísta que era; pero, pensándolo bien, había una posibilidad desconocida de que si lo hacía, no tuviera ninguna repercusión ni cambio en su forma de ser, pero, ¿importaría?. Sólo quedaba averiguarlo.