febrero 15, 2008

:: Another day ::

Ya como era de costumbre, se vio otra vez postrdo en su cama, justo después de despertar de ese horrendo sueño de nuevo. Y a pesar de que sabía perfectamente cómo evitarlo, ese maldito sueño lo perseguía; como un zorro que persigue a su presa durante horas, y ésta ya cansada de tanto huír, se rinde ante su fatídico e inevitable encuentro con su cazador.
Ya casi como con la presición de un reloj suizo, la hora llegaba, más temprano que tarde, ya que no era bienvenida del todo. El sol ya se había puesto, y las luces en la ciudad aún no se encendían, porque las tardes de verano eran así: oscurecía unos minutos después de la puesta de sol; y éstos eran los minutos críticos, porque no hay una luz que ilumine directamente las sombrías calles y rincones, al menos hasta que se encendieran las luces del alumbrado público.
Era en este momento en el que Diego entraba en una especie de trance, pero un trance en el que se está completamente consciente de lo que se hace, sin embargo y a pesar de que no le gustaba, sentía la obligación de salir, de cubrir su rostro con el cuello de su chaqueta favorita, tapar su mirada con sus gafas de aviador, y salir a pasear al parque. Pero esto no era exactamente lo terrible del asunto, sino lo que ahora viene...

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